Había una vez… una chica que con tan sólo 17 añitos, un día, como cualquier otro pero distinto, pisó por primera vez una radio.
Fue allá por 1989. En esos tiempos, un señor, que recuerdo perfectamente pero que no pienso nombrar, me llevo a trabajar de telefonista a su programa de Radio Universidad Nacional de La Plata.
Recuerdo como si fuese hoy esos estudios, a la gente, los colorares, el olor, la magia.
Nunca antes había pensado en trabajar en radio, de hecho, estaba por esos tiempos, estudiando Licenciatura en Trabajo Social, en la UNLP.
Mi único contacto con la radio era, hasta es entonces, como una oyente más, que pasaba sus días escuchando a Juan Elías Ranieri, a Marcela Oviedo Monserrat y a tantos otros que en esa época pasaban música latina.
Pero cuando entré a Universidad, algo mágico pasó.
En ese momento estaba cumpliendo su turno Daniel Sinegub. Nos presentaron, y él, al escucharme, dijo algo así como: “Esta chica con la voz que tiene tendría que trabajar en radio”.
Y así fue. Unos días más tarde estaba dando una prueba en Radio Rocha y haciendo mis primeros pasos. Después vinieron FM SER de Coronel Brandsen, dónde tuve el placer de trabajar con gente de la talla de Roxana Palliuzi, Héctor Park, Javier Cortes, tantos y tan entrañables amigos.. Cuantos recuerdos!!!!!
Diciembre del 92 me encontró con nuevos aires y nuevas puertas que se abrían. La 92, por aquellos años, Emisiones Platenses. Y otra vez, Daniel Sinegub, pero está vez como colega. Juntos hicimos varios años Desayuno, música y noticias. Si habré aprendido cosas con El Flaco Sinegub!
Esos 12 años ahí, me dejaron también grandes amigos, mucho aprendizaje a nivel profesional y sobre todo de vida.
Aquellos que hicimos crecer esa radio desde el vamos, saben de que hablo!
Hoy, La Plus, y lo que yo llamo la vuelta a las bases.
La radio marcó mi vida. Me dio seguramente mucho más de lo que yo le di y le daré a ella.
Por eso estás líneas que apuntan no sólo a contar muy por arriba el recorrido que hice, sino a valorarla, quererla, respetarla y a bogar porque quienes entren como trabajadores a este maravilloso mundo, la respeten y la honren; sobre todo, porque en cada cosa que decimos al aire, estamos generando un millón de sensaciones para con quienes la escuchan y por ende, debemos hacerlo con honestidad, calidad y profesionalismo.
Amo mi trabajo, mi profesión.
La radio es mi mundo, mi lugar en el mundo.
Por eso, mi agradecimiento eterno a ella y a los Locos de la Azotea, porque aunque parezca mentira, ellos están en cada una de las locuras que hacemos a diario.